Capilla Stella Maris

 

Capilla Stella Maris



Fue el 22 de marzo de 1908 que se colocó la piedra fundamental de la capilla Stella Maris, ubicada en una lomada al sur de la ciudad que desde entonces es conocida como la loma de Stella Maris.



La capilla fue bendecida finalmente el 7 de marzo de 1912. El templo construido en 1918, por Romanín Besozzi –con proyecto de Emilio Hurtré, es conducido desde aquel entonces por la Congregación de Hermanas Adoratrices.

El 20 de febrero de 1908 un grupo de personas se reúne en el Hotel Brístol, formando una comisión presidida por Ana Elía de Ortiz Basualdo, para erigir una iglesia y escuela-taller anexa.

La piedra fundamental se coloca el 26 de marzo. Algunos historiadores manifiestan que en 1909, ya había una capilla provisoria y una escuela taller para niños pobres y que en el 10 comienza la construcción propiamente dicha.

En la historia oficial de la iglesia Stella Maris figura que en 1912 ya estaba pronto a inaugurarse, pero había problemas de mantenimiento de las obras y de la conducción, por lo tanto Monseñor Miguel de Andrea, sugiere confiar todo a la Congregación de Hermanas Adoratrices, quien en sus comienzos dormían en casa de una vecina la Sra. Ana y luego le edifican en la primitiva capillita una pequeña vivienda y así empieza a funcionar esta famosa iglesia y su colegio.

Se dice que la creación de la iglesia fue primero y de la escuela después, y surge por dos necesidades básicas de la gente que veraneaba en la ciudad.

Una consistía en la construcción de un templo cercano para asistir a la misa diaria o dominical y por otro lado, catequizar o alfabetizar a los hijos de los pescadores que vivían al pie de la loma, los cuales eran niños carenciados y analfabetos, cuyos padres trabajaban en el primitivo puerto de pescadores que estaba en aquella bahía.

Así fue como en 1908 se conformó una comisión presidida por Ana Elía de Ortiz Basualdo que tras una reunión en el hotel Bristol, acordaron la compra del primer lote y la colocación de la piedra fundamental. En 1909 se construyó la capilla provisora y un aula taller para esos niños, que vivían en condiciones de extrema pobreza.

De acuerdo al crecimiento de chicos, en 1910 comienza a erigirse la construcción de la Iglesia, siempre a cargo de la comisión que asumía los riesgos de gastos, costos y cualquier dificultad operativa que se presentaba en el camino.


Luego viene la construcción de la escuela que comienza con 25 niñas, hasta cubrir una matrícula que ascendía a 400 alumnas. La llegada de las hermanas Adoratrices se da en 1912, y se recuerda que en los comienzos dormían en la casa de "Doña Ana", y después en lo que era la antigua capillita, donde se les erige una pequeña vivienda.

Su labor continúa hasta hoy, con sólo tres hermanas, que mantienen el espíritu de la congregación y de los creadores del establecimiento.

Hoy el colegio tiene 1000 alumnos con los niveles Inicial, Primaria y Secundaria. Y desde 1992 es mixta.

SU ARQUITECTURA

Esta iglesia fue construida por Besozzi – Romanín con proyecto de Emilio Hurtré. La piedra fundamental fue colocada en 1908 y se culmina con su bendición en 1912. Representa al estilo neogótico simplificado.

El acceso principal es por la calle Brown, y se materializa a través de un pórtico con un arco de medio punto, techado a dos aguas.

Este pórtico se integra a la fachada principal que está flanqueada por dos pilastras rematadas en pináculos. Se completa la fachada con un pequeño rosetón, molduras y frontis triangular con remate de  una escultura sobre pedestal.

A la derecha, se levanta la torre del reloj cuyo carrillón imita al de la Abadía de Westminster de Londres. Su estilizado chapitel de tejuelas y tipo aguja, remata en una cruz de bronce dorado. Sobre la calle Viamonte, la capilla cuenta con otro pórtico con características muy similares al de calle Brown.

El reloj fue realizado por Wilhelm Karl Henri Bornemann, relojero alemán radicado en nuestro país, especializado en relojes para torres y campanarios. La torre del campanario, de menor altura (22 metros), se encuentra sobre Viamonte, entre el templo y el instituto.

Entre el edificio de la iglesia y el colegio se encuentra otra torre de menor altura que aloja el campanario. 

El instituto Stella Maris Adoratrices ubicado en la esquina oeste de las calles Falucho y Viamonte fue erigido también por iniciativa de Ana Elía de Ortiz Basualdo en 1918. Con proyecto de Alberto Gelly Cantilo y Alejandro Moy la construcción estuvo a cargo del ingeniero Alula Baldassarini.

El instituto presenta un planteo en L que reconstruye la línea municipal para generar un patio interior.

Los dos niveles del edificio se evidencian en el tratamiento de las fachadas con piedra vista en la planta baja y revoque simil piedra en el nivel superior, junto a aventanamientos con guardapolvos dispuestos rítmicamente.

Remata esta composición ecléctica un cornisamiento con pináculos denticulados, y un rosetón central sobre la ochava donde se encuentra el acceso principal.

Ciertos elementos ornamentales se corresponden con el lenguaje neogótico de la capilla Stella Maris de 1908, con lo cual forma un conjunto que identifica al barrio.

Ambos edificios se articulan por la torre del campanario que dialoga con la del reloj de la iglesia de gran similitud formal.

El conjunto es declarado de interés patrimonial por Ordenanza Nº 10.075 y 19.660 del año 2010.

En el interior, las paredes presentan revoques rústicos simil piedra.

El altar mayor, reformado en 1940, cuenta con arcos ojivales sostenidos por columnas en una bella composición, simulando un deambulatorio. Y por detrás, el mural que decora el ábside representa el mar extendiéndose hasta el horizonte.

Fue pintado por Raimundo Catteruccia. La centenaria imagen de mármol blanco de Stella Maris, de estilo Art Nouveau, fue esculpida en París por el artista francés H. Weigel, discípulo de Auguste Rodin. Su suave mirada al cielo y sus manos unidas en plegaria son particularmente bellas.

Los pliegues de su vestimenta sugieren movimiento por la brisa marina, y su pedestal representa olas.

Su cabeza está coronada con una estrella de cristal de roca a la que más tarde se le agregó un halo de doce estrellas. El conjunto semeja a la Virgen suspendida sobre las aguas del mar.

Las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y de San José también fueron realizadas por Weigel.
Tanto éstas como la de la Virgen, estuvieron en la primitiva capilla de 1910 y fueron trasladadas al nuevo templo.
Gran parte de los elementos y objetos de decoración utilizados fueron traídos de Europa y son donaciones de los vecinos.
La adoración de la Virgen en la advocación de Stella Maris se inició en la Argentina con esta capilla.
Desde 1937, es la Patrona de la Armada Argentina.


EL INSTITUTO STELLA MARIS ADORATRICES

En febrero de 1908 un grupo de vecinos reunidos en un salón del histórico Hotel Bristol, todos residentes de la “loma del infierno” como se conocía en aquella época a la loma de Stella Maris, ven la necesidad de fundar una escuela y una Iglesia para los niños que habitan ese ventoso paraje de las afueras del pueblo de Mar del Plata. Esa necesidad surgía de la distancia al centro y de la dificultad para superarla, en esa reunión la presidenta de la comisión de benefactores Ana Elia de Ortiz Basualdo propone llamar a la capilla Ave Maris Stella advocación de la Virgen María como estrella de mar. 

Un mes después, el 20 de marzo se coloca la piedra fundamental de la Capilla, en esa ceremonia el Dr. José Luis Cantillo, quien años después se desempeñara como interventor y gobernador de la provincia de Buenos Aires, nos muestra en el texto de su discurso, la fe y la generosidad que dominaba a aquel grupo de hombres y mujeres. 


A comienzos de 1912 finalizando las obras de construcción de la Capilla y el colegio se plantea la necesidad de confiar la dirección y el mantenimiento del proyecto a una Congregación Religiosa que tuviera entre sus fines enseñanza y al mismo tiempo pudiera hacerse cargo del culto religioso en la capilla. 

Otro integrante de la comisión, monseñor de Andrea propone una congregación de fundación argentina. Así es elegida por unanimidad la de las Hermanas Adoratrices. Luego la decisión fue aprobada por el obispo diocesano monseñor Juan N. Terreno. 

Las primeras Hermanas Adoratrices llegaron a nuestra ciudad en febrero de 1912 y desde aquel día se hicieron cargo de esta obra con la alegría y el entusiasmo de los emprendedores que gozan de la protección de nuestro Padre del Cielo. La inauguración oficial fue el 7 de marzo de 1912, la comisión benefactora continuó su apoyo al proyecto y ese mismo año comenzaron obras de ampliación que culminaron en 1923. 

En las actas realizadas por las religiosas adoratrices se puede constatar la generosidad con que este grupo de hombres y mujeres continuó la obra, tanto en términos materiales como espirituales. La señora Ana Elia de Ortiz Basualdo continuó hasta el fin de sus días como presidenta enviando periódicamente encomiendas con uniformes, vestidos de comunión, útiles escolares y todo lo que fuese necesario para un alumnado que provenía de familias muy carenciadas. 

El resto de los integrantes de la comisión actuaba de igual manera y así sostuvieron durante muchos años tanto la escuela como la iglesia. Niñas y jóvenes aprendieron en primer lugar el amor a Jesús Eucaristía y también habilidades básicas y oficios para poder llevar adelante sus hogares. En sus talleres podían aprender labores, corte y confección. Las ex alumnas rápidamente vuelven al colegio, algunas a traer a sus hijos y todas a expresar su agradecimiento hacia la formación recibida.

Hasta aquí hemos visto los orígenes que son solo una parte del largo camino que llega a este siglo de vida. Este camino ha sido guiado por el Espíritu Santo que acompañó a las Hermanas Adoratrices desde aquel febrero de 1912 en la conducción de la obra. No siempre fue fácil, ni en los orígenes ni en la actualidad, pero a través de la enseñanza, las adoraciones, los ejercicios espirituales, las celebraciones eucarísticas, los retiros, las convivencias, y la celebración de los sacramentos se ha logrado que miles de niños y jóvenes, desplieguen sus potencialidades y descubran en Jesús el amigo incondicional que los acompañará siempre.

Al hablar de este primer siglo de vida es necesario también recordar a aquellos hombres que entregaron su vida a Dios y durante sus años como capellanes acompañaron la celebración del culto y la guía espiritual de esta casa. En un principio las oyentes eran las Hermanas, pero con los años muchos hombres y mujeres enseñaron con gran cariño dentro de esta institución, transmitiendo el carisma Adoratriz y el testimonio de sus vidas. Algunas de ellas son ex alumnas que recibieron su formación en esta casa y regresaron luego para retribuir aquello que habían recibido. No solo docentes forman parte de esta historia hay otras personas que han contribuido con su trabajo desempeñando otras tareas, ellos son y serán siempre parte de esta comunidad Adoratriz.

Por último, la historia de esta casa ha sido posible por los alumnos que le han dado sentido a esta actividad, a cada palabra que se dice a cada oración que se eleva. El objetivo es formar individuos felices que sepan que tienen un padre en el cielo que los ama y que envió a su hijo para que este siempre con nosotros.

EL ENTORNO DE LA EPOCA

Las casas que se ubicaban cercanas a la capilla pertenecian a las familias aristocraticas que venian a pasar sus vacaciones en Mar del Plata. 

En la foto se puede observar Inconfundible la esquina del “Chalet Leloir” en primer plano (Alvear y Moreno). 

Propiedad construida originalmente por Adán Gandolfi, a pedido de Antonio Leloir para su mujer Adela Unzué en 1907. Llamada originalmente Villa Kelmis. 

También remodelada en dos etapas por Alejandro Bustillo (que es la que vemos) y Julio Barros. (Actual Chateau Frontenac). Más atrás Villa Normandy (1918/9). 

Construida por el Arq. Gaston Mallet. Estilo, Pintoresquista normando. Ubicada en Avda. Colon y Viamonte. A su izquierda Villa Presidente Quintana. La residencia fue construída en 1917 y se hallaba en Avenida Colón entre Viamonte y Mendoza. En la esquina de la derecha de Av. Colon y Alvear, Villa Cristophersen. Al centro Chalet de la Sra. L de Bellcq en Viamonte y Bolívar.


Con el progreso de la ciudad el entorno fue cambiando paulatinamente de ser una loma con casas señoriales de familias aristocraticas que veraneaban en un lugar hasta transformarse en lo que es hoy en dia, con un conglomerado de edificios que furon cambiando la fisonomia de una ciudad que represento a la elite de las familias mas encumbradas de nuestro pais.


ALGUNAS ANECDOTAS


La presidenta de la comisión Sra. de Ortiz Basualdo había elegido el nombre de “Luz Divina de la Virgen Stella Maris” inspirada en el Himno de Vísperas “María Stella”, pero por sugerencia del escritor Alberto del Solar, (aquel que escribiera la Leyenda del Torreón del Monje) se invierte los nombres y quedará definitivamente Stella Maris.

En el abside del altar mayor reformado en 1940, hay un hermoso mural que representa la virgen sobre el mar, y mencionan las piezas valiosísimas de arte sacro donadas por los primeros benefactores y una bella estatua de la virgen realizada por el escultor francés H. Weigel, discípulo de Rodin, y hecha en Paris, Francia.

Sabemos que es considerada la protectora de los navegantes y en la Argentina en 1937 el presidente Agustín P. Justo, decretó que es protectora de la Armada Argentina y el obispado fijó como fecha de su celebración el último viernes del mes de noviembre, tal como lo dice el reglamento de ceremonial naval.

Stella Maris es la patrona de la Armada Argentina, por eso la presencia de marineros en todas las celebraciones.

Debemos recordar que hay una sola virgen que es María, la Madre de Dios, y que adquiere distintos nombres de acuerdo a diversas manifestaciones de fé en la tradición católica, pero siempre es María, como también lo es la Virgen de Lourdes.

Se cree que el origen de la veneración a Stella Maris fue el concepto de que la Virgen María ” es la estrella que nos guía hacia Dios”.

Luego se asoció con las estrellas que guiaban a los navegantes. De allí que Stella Maris sea tan cara a los sentimientos de los hombres de mar.

El altar mayor fue donado por Emilio Viale -quien había vendido el terreno- en memoria de su esposa en 1918.

La imagen pertenece al libro editado en 1937 al cumplirse las bodas de plata del templo. Margarita Beltrán, quien envió la foto, también nos remite un fragmente del texto de esa edición: “Es la señora Ana Elía de Ortiz Basualdo quien ha elegido el título: Ave María Stella, canta el himno de las vísperas. La iglesia se llamará así: Maris Stella”.

Doña Ana Elía de Ortiz Basualdo recordaba haber enviado a Roma, no bien la tuvo, la fotografía del boceto de Stella Maris del escultor Weigel, y de allí se le contestó que había merecido palabras de aprobación y elogio de cuántos pudieron ver la Imagen, encontrando “bien hallada” la expresión de la piadosa idea”.