La historia del Carrusel más viejo
de Mar del Plata
Muchas veces se piensa que carrusel y calesita son lo mismo, en realidad la diferencia radica en que en el primero las figuras se mueven de arriba hacia abajo, mientras que en la calesita se mantienen estáticas. Los une que ambos tienen diferentes figuras como: caballos, autos, avionetas y algunos asientos de fantasía que giran en círculo, con el único objetivo de obtener la sortija sostenida por el calesitero.
Por Ian Punter*
El 7 de abril de 1966 se fundó el primer carrusel de Mar del Plata, conocido popularmente como “La calesita de la Plaza Rocha”. Administrada por la familia Montovano como un negocio familiar. Sus dueños originales, Alberto y Gloria, se la heredaron a su hijo Fabián, quien, hace 3 años vendió la calesita a Alberto Guerzoni de 73 años, un hombre pintoresco, carismático y con mucha claridad.
Estando en la Plaza Rocha la música infantil me pone en contexto, el centro de la escena es la calesita girando. Los niños y sus familiares disfrutan del lugar y Alberto junto a ellos.
Me acerco a la boletería (con forma de castillo rosa) en donde se encuentra Alberto, le propongo hacer la entrevista subidos a la calesita; accede.
– ¿Por qué la calesita? ¿Qué fue lo que lo llevó hoy en día estar trabajando dentro de este rubro tan particular?
Hace cuarenta y cinco años que soy calesitero. Cuando vi la primera calesita dije: “ésto es lo que me gusta” y bueno, lo llevo en el alma. La alegría de los chicos, de las abuelas, de las mamis, los abuelitos. Acá pasaron muchas generaciones y yo me hice cargo hace tres años de ésto porque la gente que estaba se fue y quedo el hijo (refiriéndose a Fabián Montovano) que no quiso seguir.
Yo tengo otra calesita en la ciudad de La Plata, en el Hospital de Niños Parque Saavedra, donde hay un chico amigo que lo atiende. Esto es mi vida, es mi jubilación en este momento. Estuve mucho tiempo en República los Niños en Gonnet, con el parque y las calesitas, también en Chapadmalal en el Complejo Turístico durante quince años. Ahora ya estoy tranquilito y como quien dice esperando los últimos añitos que me quedan, estamos en la cuenta regresiva, en lista de espera.
– ¿Cuál es su relación con la familia Montovano? ¿Que lo lleva a usted a conocer esta calesita?
Conocí al hijo (Fabián Montovano) a los padres no. Me enteré por intermedio del placero, un amigo mío que me dijo: “mirá que venden la concesión de la calesita completa” y ahí empezamos a negociar y pude, luego de seis meses, hacerme cargo de la calesita. Estaba muy venida abajo, por eso la restauré a mi manera, cómo hago las cosas.
Es la calesita más vieja de Mar del Plata y para mí es un orgullo estar acá, la gente que viene se encuentra cómoda, como en su casa. Después de tres años tengo muchos clientes, no sólo de acá sino también de Capital Federal cuando vienen a pasar sus vacaciones. Y tengo gente que todos los años viene. Se dan cuenta de las reformas y les gustan.