Oratorio De La Inmaculada Concepción, Instituto Saturnino Unzué

 

Oratorio De La Inmaculada Concepción, Instituto Saturnino Unzué


El Oratorio de la Inmaculada Concepción, el Asilo Saturnino Enrique Unzué (luego Instituto) y el terreno que ambos ocupan, fueron donados a la Sociedad de Beneficencia de la Capital Federal por las hermanas María Unzué de Alvear y Concepción Unzué de Casares en homenaje a su padre.


La historia del hogar-sanatorio y sus actividades con niñas pupilas, en las primeras décadas del siglo pasado, es muy rica pero por su extensión y porque nos alejaríamos del tema religioso que nos ocupa, no será tratada. Sólo informar que la institución quedó en manos de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María, y que actualmente pertenece al Consejo Nacional del Menor y la Familia.

El Oratorio fue proyectado por el arquitecto francés Louis Faure Dujarric e inaugurado en 1912. Todo en su interior se produjo artesanalmente en el taller de Curzio Caponetti, artista romano, en los primeros años del siglo XX.

En Mar del Plata, el constructor Mauricio Cremonte se encargó de la mampostería con personal marplatense y según los planos provistos por el arquitecto. Luego debió instalar pieza por pieza y tramo tras tramo, todos y cada uno de los elementos enviados desde Roma.

Es de estilo neobizantino, siguiendo los lineamientos del denominado primer Siglo de Oro, y es una verdadera joya en sí mismo por su contenido material y de simbologías.

Está inspirado en la ciencia exacta y rigurosa de los números, más precisamente en el número ocho que representa la Resurrección y la vida.

Así, por ejemplo, su planta es octogonal, siendo el único templo de Mar del Plata con esta forma y de este estilo.

El arte bizantino floreció entre los siglos IV y XV como expresión artística, y tomó símbolos creados por los primeros cristianos como códigos para identificarse secretamente entre ellos.

Estos símbolos, numerosos en el interior del Oratorio, son: la Rosa Mística, blanca, de ocho pétalos, que representa la inocencia, la pureza y a la Virgen María, y contenida por un circulo, simboliza a la Virgen y la perfección; la palma y/o sus hojas aludiendo a la victoria del espíritu sobre la carne, y al martirio; la tortuga que expresa la fuerza y el poder creador de la fe, y la creciente expansión de la Iglesia Católica; el triángulo simbolizando a La Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo; y la paloma, al Espíritu Santo, la paz y la resurrección. Jesús que, hasta el siglo IV era representado como un humilde pastor amigo de los pescadores, pasó a ser el resplandeciente Rey de los Cielos, el Cristo Pantocrator, todopoderoso y omnipotente.

En la arquitectura, el arte bizantino crea nuevas formas, utiliza el oro y la orfebrería, los mármoles policromados y brillantes de distinto origen, y exquisitos mosaicos realizados con pequeños y brillantes cubos transparentes dorados, piedras y vidrios de colores.

Desde el exterior, la cúpula del Oratorio es lo único visible ya que éste está dentro del edificio del Instituto. Ella tiene apoyo aparente en las ocho columnas centrales que forman el octógono del templo, mide diez metros de diámetro y flota en el espacio a veinte metros de altura. Tres de los lados tienen arcos ojivales con vitraux policromados, y el cuarto remata a través de un doble arco de medio punto de yesería en el Pantocrator.

Al Oratorio de la Inmaculada Concepción se accede a través del hall de entrada al Instituto Unzué.

La puerta de ingreso al templo es de roble de Eslavonia tallado.

En el centro está representada la cruz latina coronada por la Rosa Mística contenida en un círculo y flanqueada por hojas de palma.

En el altar, el retablo es de tipo dosel o baldaquín, de origen oriental. Debajo del mismo, en el centro, la imagen de la Virgen María en la advocación de la Inmaculada Concepción, está tallada en un solo bloque de mármol de Carrara.


El absidiolo detrás de ella representa la Iglesia Celestial, y está cubierto con mosaicos con fondo de hoja de oro y estrellas. Debajo de la imagen, se halla el Tabernáculo (el lugar que Dios ha elegido como su habitación entre los hombres), templete construido en mármol, con puerta de bronce donde se ve el cáliz con la Sagrada Hostia, rodeado de rayos flamígeros. Allí se conserva y guarda el Santísimo Sacramento.

El ábside está presidido por Cristo Pantocrator sedente, imagen encarnada de Dios, flanqueado por dos palmas cargadas de dátiles. En su mano izquierda sostiene un libro abierto donde se lee en latín Yo soy la Luz del Mundo. Es réplica del de la iglesia Santa Sofía de Estambul, Turquía.

El dorado resplandeciente de los mosaicos venecianos cuando, en un momento de la mañana, el sol pasa a través de una lucarna e ilumina el ábside, es fascinante.

El púlpito, a la izquierda del altar, es de mármol de Carrara tallado en una sola pieza, y está apoyado sobre cuatro columnas dobles totalizando ocho. El frente está tallado con cruces griegas rodeadas de follaje estilizado, y justo al centro, pende la imagen de un águila que simboliza la divinidad, la autoridad suprema. Antes de ser enviado a Mar del Plata, este púlpito fue el ganador del Primer Premio en la Exposición Internacional de Sevilla de 1910.

El Oratorio carece de bautisterio, pero cuenta con dos pilas de agua bendita de mármol de Carrara. Éstas muestran dos símbolos poco frecuentes del arte cristiano: la tortuga y los colores rojo (que representa la llama del amor que enciende el Espíritu Santo, y la caridad generosa del sacrificio de la vida que triunfa por la muerte), blanco (la verdad, la luz, la pureza, la santidad, la gloria) y azul (el agua, el cielo).

El recipiente cóncavo está inscripto en un octógono, y cada uno de los lados externos presenta un friso con dibujos geométricos encadenados formando círculos con los tres colores mencionados alternados, y en el centro, cada uno de ellos tiene una estrella de oro de ocho puntas.

Cada pila está sostenida por cuatro columnas en cuya base están las cuatro tortugas reforzándolas. Así, en total son ocho columnas y ocho tortugas.

Entre los distintos tipos de mármol empleados, además del ya mencionado de Carrara, encontramos los provenientes de Abisinia y de la isla de Proconeso del Mar de Mármara, en Turquía.

Son notables la cúpula y la gran araña candelabro que pende de ella, en cuyos detalles se repite el número ocho.


Es Monumento Histórico Nacional desde 1985.